
Comida, amor y tradición
Comida, amor y tradición: la combinación perfecta en Villa Ormaneto

El rito del matrimonio, independientemente de que incluya una ceremonia laica o religiosa, suele ir acompañado de un momento culinario que involucra a los novios y a los invitados presentes en la ceremonia. Desde el lanzamiento del arroz que en muchas tradiciones – incluida la italiana – es de buen augurio para la fertilidad y prosperidad, hasta la elección del menú para el banquete, que abarca desde platos tradicionales y de buen augurio, hasta aquellos elegidos para sorprender a los invitados, la comida tiene sin duda un papel primordial en el rito nupcial, y también en Villa Ormaneto la comida y el amor nunca faltan.
En Alemania, especialmente en Baviera, la tradición exige la Hochzeitssuppe, una sopa de boda a base de caldo, carne y ñoquis de sémola. También en Japón se consume una sopa nupcial: se llama Ushiojiru y se prepara con caldo y hamaguri, almejas cuyas conchas unidas simbolizan la armoniosa vida en pareja de los novios. En China se sirven las nueces de ginkgo, en Irak dulces de mazapán, en Estados Unidos y Gran Bretaña (y no solo) se corta la tarta nupcial, que cuenta con una tradición muy antigua.
En Grecia se regalan a los invitados confites – koufeta – de almendra, chocolate y cubiertos de azúcar, estrictamente en número impar. Esto representa la unidad de la pareja, ya que los números impares no pueden dividirse, mientras que en Brasil a los invitados se les regalan los bem casados, dos galletas unidas por dulce de leche que representan la dulce unión de la pareja, y antes de comerlos se pide un deseo. En Corea del Sur, durante el pyebaek, una ceremonia íntima a la que solo asisten las familias de los recién casados, la novia lleva castañas y dátiles como símbolos de fertilidad. Al final de la ceremonia, los parientes los lanzan hacia atrás a la novia, que intenta atrapar tantos como pueda, representando así el número de hijos que tendrá. (extraído de “Atlante de Geogastronomía” de Martina Liverani).
Comida y amor en Villa Ormaneto: las tradiciones de la tarta nupcial
En Villa Ormaneto, el corte de la tarta es un momento especial al que se dedica una decoración específica. Toda la atención está centrada en la tarta, escenográfica y original, y en el momento de cortar la primera porción. Pero, ¿de dónde nace esta tradición? Parece que desciende incluso de la antigua Roma, cuando el novio, al final de la ceremonia, solía romper un pan de cebada sobre la cabeza de la esposa como signo de augurio y fertilidad, y los invitados se apresuraban a recoger las migas para llevarse a casa un poco de esa suerte.
En la Edad Media se difundió la costumbre de llevar dulces a las bodas; en particular, los invitados llevaban panecillos o galletas para los novios y los apilaban uno sobre otro creando una especie de montaña. Cuanto más alta era la montaña, mayor benevolencia para los novios. En Inglaterra se unió a esta costumbre la de glasear la “montaña” de panecillos para mantenerlos mejor unidos. Fue el pastelero francés Careme quien codificó el dulce hecho de pequeños panecillos unidos con caramelo: dando así origen al primer “croquenbouche”. Las tartas nupciales blancas nacen para emular la tarta de boda de la Reina Victoria (que medía tres metros de diámetro y pesaba 140 kilos), que fue la primera en estar cubierta de glaseado blanco.
El blanco es el color que representa la pureza de la novia, pero no solo eso: cuanto más blanca era la tarta, más azúcar refinado contenía y, en consecuencia, mayor era la riqueza de la dote de la novia, ya que en aquella época el azúcar refinado costaba muchísimo y pocas familias podían permitírselo. La tarta de varios pisos es, en cambio, una idea del hijo Leopoldo que se casó en 1882. En cualquier caso, independientemente de la forma y el tipo de tarta, el rito quiere que la primera porción sea cortada por la esposa y el esposo que sostienen juntos el cuchillo y luego se sirven mutuamente.
La simbología ligada a la tarta de boda está llena de significados: por ejemplo, la forma circular recuerda a las alianzas, las llamadas “verdaderas”, que representan la unión eterna de la pareja. Los distintos pisos representan los caminos de la vida o el número de hijos que se espera tener como buen augurio.
Finalmente, una curiosidad: Los toppers que representan a los novios datan de finales del siglo XIX. Inicialmente hechos de resina y yeso, en los años veinte comenzaron a producirse industrialmente en celuloide. A partir de los años cincuenta se convirtieron en un adorno imprescindible en la tarta nupcial.